
En educación somos el resultado de muchos pareceres y variadas leyes; en ecología recogemos lo que otros han sembrado, o dejado yermo, que también lo hay. Son sus ecos. Así les sucedió a quienes
nos precedieron en la cadena de la vida. Por eso, como quien dinamiza este espacio de reflexión y debate es asiduo lector de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, nunca olvidará al proponer sus inquietudes lo que dice el prólogo del genial libro: “Esfuérzate para que lo aquí escrito,/como buen hijo del entendimiento,/ sea hermoso a la vez que discreto,/ pero sagaz para el lector despierto.”
nos precedieron en la cadena de la vida. Por eso, como quien dinamiza este espacio de reflexión y debate es asiduo lector de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, nunca olvidará al proponer sus inquietudes lo que dice el prólogo del genial libro: “Esfuérzate para que lo aquí escrito,/como buen hijo del entendimiento,/ sea hermoso a la vez que discreto,/ pero sagaz para el lector despierto.”
Ecos hay muchos. En la educación de este siglo XXI en España borbotean sin cesar y provocan deterioros en nuestras aulas. Todos nos educan si conseguimos llevarlos “A debate”. Porque uno se educa por sí mismo, frente o al lado de los otros. Otros ecos de los que aquí recogemos tienen que ver con la ecología global, con los rastros que dejamos en la vida natural y social. Rebotan en algún lugar y siempre vuelve algo, siquiera unas señales ínfimas. Para bien o para mal. Son ecos los que nos devuelven quienes conocemos, en forma de afectos o sinsabores. Antes se llamaban “Ecos de sociedad”. Eran los espacios que dedicaban los periódicos a señalar efemérides o eventos trascendentes. Ahora los ecos son diferentes porque todo afecta en este mundo global. Inundan los medios de comunicación y las redes sociales. Suponen algo así como un recuento de lo que pasa, una especie de anecdotario social.
En este “Recopilatorio de ilusiones” recogemos artículos que hablan de educación, de ecología global y de las relaciones sociales. Los hemos agrupado en escenarios de vida. El primero lo hemos titulado AULAS DESCONCHADAS, como queriendo llamar la atención sobre varias páginas educativas que configuran la historia cercana, en tiempos de crisis, de las aulas en España que hemos recogido en en Bloc de escuela y en A debate. El segundo, LÍRICA SOCIAL, recogerá algunas pulsiones que afectan a la ética moral planetaria, tan escondida durante tanto tiempo. El tercero, BLUES ECOLÓGICOS POR LA TIERRA quiere ser un canto de lamentos y esperanzas en dos dimensiones Ecología global y episodios llamativos de la desidia ecológica de la actual Celtiberia friqui. De los tres encontrarán en estas páginas, que no son sino el eco de un espíritu despistado que cada vez entiende menos de lo que sucede a su alrededor. Pero quiere contarlo, por que si no parece que nada ha sucedido, que “La vida es un sueño”, o alguien nos lo reveló fugazmente cual si fuera un soliloquio del “Segismundo” de Calderón de la Barca.
Hablamos desde Celtiberia, nombre antiguo que recibía la Peninsula Ibérica, solar de la actual España, teatro de acción de bastantes de los episodios que contamos. El título del blog también quiere homenajear al gran Luis Carandell, periodista y escritor genial, un ilustre lector en clave de humor y sarcasmos de las penurias de la España de finales del siglo XX recogidas en la inigualable “Celtiberia Show”. Ahora tendría variados argumentos para continuar con sus reflexivas críticas.
Incluimos unas entradas cortas que llamamos CHISPAZOS EDU/ECO. Quieren ser una especie de descargas inocentes, como una chispa que salta, un suceso sencillo que nos prepara para la lectura de lo que viene después en el enlace que se sugiere. En fin, por qué no decirlo, un leve chisme o cuento que se emite desde la Celtiberia imaginada para que los visitantes exploren su mente y se aventuren en caminos de búsqueda para construir sus deseos sobre la educación y la ecología social.
¡Eco, eco!
Carmelo Marcén Albero
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